Elias Howe fue un inventor de Massachussets que había trabajado de aprendiz en una fábrica textil en 1835, y tras el cierre de la fábrica, en septiembre de 1846 consiguió la primera patente de una máquina de coser.
A pesar de que esta había traído un respiro a la féminas, las mujeres se quejaban de la fatiga, dolores de espalda por la nueva posición en los puestos de trabajo e incluso hemorragias.
¿Qué ocurrió? Algunos médicos, se pusieron de acuerdo, y aseguraron que la razón de que las mujeres estuvieran fatigadas era la masturbación femenina.
Los médicos diagnosticaron una “estimulación excesiva” por el posible mal uso de las máquinas, ya que del bombeo rítmico de los muslos resultaba una excitación sexual.
Fuente: Gizmodo
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